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Publicado: 21 marzo, 2016 en Sin categoría

«No me mires»

Eso fue lo que dijo la caja cuadrada, sus palabras danzaron en el aire, esperando una respuesta que nunca llegaría. Quedarme callado. Las palabras se amontonaron en mi boca, ahogando mi respiración, esperando su momento de vida; su momento de muerte.

El mundo sabe a gris. La caja cuadrada siguio anunciando sandeces y otras travesuras. El tiempo siguio avanzando, lentamente girando alrededor de su propio eje, y cuando pasamos los 180 grados, noté que se veía exactamente igual.

«No me mires»

‘No lo mires’ cuchicheo su novia mientras pasaban a mi lado. El ácido estomacal subio por mi esófago como un geiser. ‘No lo mires’, lo repetí una y otra vez hasta que las palabras formaron un surco en mi mente; lo repetí hasta que el sonido reverberaba en mis oídos, a pesar de que sus labios seguían tan inmóviles.

No quiero escucharlo. No quiero escucharlo. No quiero escucharlo. Quisiera sofocar el sonido de voz por un momento. En la vida real, no hay lugar donde esconderse de la verdad. Mi piel se derrite con la suave caricia del mañana. Mañana. Mañana. Mañana. Estoy atrapado en un bucle, esperando a que termines de morderte la cola.

«No me mires»

El cielo se nubla mientras cuento los años con los dedos de las manos. ‘No me mires’ y gracias por las memorias. No lo miro, pero mi corazón explota bajo la presión de la atmósfera. Salgo a la calle y huyo, mi mirada clavada en mis zapatos, pero cuando me he cansado, resulta que no he llegado a ninguna parte.

La puerta se cierra. La caja cuadrada muestra la misma imagen desde el principio nuevamente. Los acordes retumban en mi mente una y otra vez. Levanto la mirada pero solo hay blanco frente a mí. No me digas las 3 palabras. No me digas las 3 palabras, que no quiero escucharlas salir de tu boca o de la mía.

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